El antibloqueo de frenos, o ABS, es un elemento de seguridad importante que permite mantener el control del vehículo evitando el bloqueo de las ruedas, y por tanto, permitiéndoles conservar su poder direccional. Cuando las ruedas se bloquean, cualquier acción sobre el volante no surtirá efecto: el vehículo se «desliza» en línea recta, sobre todo en suelo mojado. Con el ABS, es posible evitar una colisión esquivando el obstáculo, incluso durante una frenada de emergencia. El ABS funciona a través de una central hidráulica gestionada electrónicamente que, en una frenada de emergencia, genera una presión intermitente mediante tirones rápidos; algo similar a una frenada por impulsos. El bloqueo seguido de una disminución de la presión en milisegundos permite a las ruedas frenar de manera eficaz mientras continúan girando: el poder direccional y la capacidad de frenada máxima se preservan y las ruedas no se bloquean.
Es probable que el problema se deba a una deformación de los discos (están alabeados) o a un desgaste importante de los discos y las pastillas. El sistema de frenos se desgasta con mayor rapidez con una conducción dinámica o con el uso del vehículo en ciudad. La vibración puede proceder de un disco que se haya solicitado de manera intensa en frío y cuya superficie ya no es plana. Al girar, el disco «oscila», y en caso de frenada, genera vibraciones, y en ocasiones, un ruido anormal. Si las vibraciones cesan pero el ruido persiste, puede tratarse de un desgaste importante de las pastillas provocado por la falta de material de desgaste. El disco de freno estará por tanto en contacto directo con el cuerpo metálico de la pastilla. Atención, en este caso, ¡el disco puede dañarse en decenas de kilómetros!
Puede tratarse de varios problemas, aislados o relacionados. En primer lugar, la causa puede ser el desgaste de las pastillas de freno. Esto significa que su grosor ya no garantiza una frenada eficaz. Es momento de sustituirlas. Otra posibilidad es que el nivel de líquido hidráulico sea demasiado bajo. En tal caso, no espere más para llevar el vehículo a un taller profesional y realizar la revisión del sistema lo antes posible. Se debe tener en cuenta que, con el tiempo, el líquido hidráulico de frenos se carga de humedad y pierde su eficacia. Debe sustituirse al menos cada 2 años o cada 60.000 km, según las recomendaciones del fabricante
No. Se desaconseja terminantemente superar el kilometraje recomendado sin haber sustituido el kit de distribución, tanto la correa como los rodillos. Superando dicho margen, pone en riesgo la vida de su motor. Recuerde que una rotura puede resultar irreparable, y en cualquier caso, supondrá un costo importante. Respete las recomendaciones del fabricante.
Depende del tipo de vehículo, del uso que se haga del mismo y del entorno en el que se utilice habitualmente. Un ambiente excesivamente cálido o excesivamente frío degrada prematuramente los materiales constitutivos de, por ejemplo, la correa. Una fuga de la bomba de agua, aunque sea leve, puede provocar el goteo constante de líquido de refrigeración sobre la correa, lo que podría dañarla rápidamente. Una correa se debe cambiar cada 5 años como mínimo, en caso de que el vehículo realice pocos kilómetros. En cualquier otro caso, bastará con respetar las recomendaciones del fabricante. En general, el primer cambio se realiza entre los 70.000 y los 100.000 km, pero la frecuencia de sustitución varía según el motor y el fabricante.